Amores sanos, amores insanos
La alegría
de que el otro exista
Un estudio ha demostrado
científicamente que el estado de enamoramiento hacia una misma persona puede
mantenerse décadas. Después de practicar diversas resonancias magnéticas a 17
personas que aseguraban amar a su pareja como el primer día, –aunque llevaban
una media de 21 años junto a ella-, se comprobó que, efectivamente, ante la
imagen de la persona amada, a estas personas se les activaban las mismas zonas
del cerebro que a los jóvenes estudiantes que estaban enamorados desde hacía
menos de dieciocho meses.
Este estudio, que
rompe muchos esquemas y despertó la envidia incluso de los mismos
investigadores, concluye que estas parejas maduras enamoradas a pesar del paso
del tiempo tienen las siguientes características en común:
- Buenas aptitudes de
comunicación para resolver conflictos sin generar tensión adicional.
- Una vida sexual
activa y satisfactoria.
- Realizar actividades
nuevas que supongan un reto.
- Celebrar juntos los
éxitos del otro.
Además ninguno de los
miembros de estas parejas había sufrido grandes causas de estrés (enfermedad de
un familiar, pobreza o conflictos profesionales) ni tampoco había padecido
ansiedad o depresión.
Parece pues que el
amor sano puede perdurar aunque requiera importantes ingredientes para
lograrlo. Uno de los grandes pilares del amor sano -como ya señala este
estudio- es sin duda una comunicación libre, sincera y abierta. ¿Qué significa?
Significa la proeza de llegar a vaciarse para así ver de verdad al otro,
vaciarnos del pasado, de posibles expectativas e idealizaciones, en definitiva
vaciarnos más del “yo” para poder integrar el “tú”, algo a lo que la sociedad
de hoy en día nos tiene poco acostumbrados.
La importancia de la escucha
Esta comunicación
requiere una escucha auténtica. No se trata de callar aprovechando para pensar
mejor cómo contraatacar, se trata de buscar los puentes que puedan salvar la
enorme distancia que separa dos seres con vivencias distintas, educaciones
distintas, impulsos diferentes… Esta comunicación necesita también que cada uno
de los miembros de la pareja pueda decir “sí” o “no” con completa libertad,
tenga la valentía de mostrar fortaleza, de descubrir su debilidad, reunir el
coraje de expresar cuál es su necesidad, qué es lo que se espera de esta
relación, qué está dispuesto a dar y a qué no va a renunciar.
Esta comunicación
sincera y abierta es la base para negociar un proyecto de vida común, para
superar los conflictos, pero también constituye el pilar de la sexualidad. A
menudo la sexualidad desaparece tras una larga lista de asuntos pendientes de
expresar.
La ternura constituye
otra forma de comunicación que abre puertas hacia el otro y que favorece la
intimidad. «En una relación de pareja el cuerpo cuenta porque tiene una memoria
específica y un lenguaje propio y lo sexual representa la posibilidad de
comunicar lo que no puede expresarse mediante las palabras», según afirma la
terapeuta gestalt Suzy Stroke.
Los éxitos del otro
El estudio resalta la
capacidad de estas parejas para celebrar juntos los éxitos del otro. Cuando
estamos en pareja, ¿deseamos siempre la felicidad del otro? ¿O más bien nos
preocupamos más de que el otro nos haga felices? Y no es que sea reprochable,
pero como escribe André Compte-Sponville, “el amor es la alegría de que el otro
exista”. Y ver a nuestra pareja feliz debería aumentar esta alegría cuando el
amor sigue presente y no ha sido vencido por el egoísmo, el miedo o la lucha de
poder.
Pero ninguno de estos
ingredientes tiene relevancia si no existe previamente una relación de
igualdad.
Como asegura el poeta
libanés Khalil Gibrán, la pareja, “al igual que las columnas que sostienen un
templo, debe estar unida en lo alto pero cada uno permanecer firme y separado
en su base”. Porque cada persona es un ser completo por sí mismo y, si es
adulto, no depende de nadie más que de sí mismo. Porque nadie puede ni debe
hacerse responsable de la vida de otro, porque nadie puede salvar a nadie.
Además de la igualdad,
cuenta la reciprocidad: para que una relación perdure debe reinar cierto
equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. Así lo asegura Bert
Hellinger, psicólogo sistémico, creador de la técnica de las Constelaciones
Familiares: “si el desequilibrio perdura yo me acabaré yendo porque no te puedo
devolver lo que he recibido o tú te me dejarás porque te cansarás de dar”.
Hellinger también
plantea lo siguiente ante un problema de pareja: «Si tienes pareja, mírala y
dile: ‘Sí, te quiero tal como eres, exactamente tal como eres. Y soy feliz
contigo exactamente tal como eres. Y digo sí a tu madre tal como es, exactamente
tal como es. La quiero a través de ti y respeto su grandeza porque fue quien te
dio la vida. Y lo mismo con tu padre. Y miro a tu familia y le digo sí a tal
como es y a todo lo que ocurrió exactamente tal como ocurrió». ¿Cuántas
personas se atreven a dar el paso hacia este sí? Se trata del sí que da
coherencia a la vida de pareja, un sí de entrega total, en lugar del si
condicionado más habitual hoy en día.