El lenguaje de las señales es el lenguaje del amor; y el
amor habla continuamente por todas partes.
A menudo un intercambio
de miradas es revelador. Los ojos son las ventanas del alma y no es infrecuente
que sea a través de ellos como las almas compañeras se reconozcan. Las
sensaciones mas comunes son las de saber
que se esta de nuevo en casa o una intensa sensación de familiaridad
inexplicable con una persona desconocida.
Cuando conocí a Jodie,
de pronto supe muchas cosas sin saber cómo las sabía. Tuve que reprimir mi
deseo de decirle cuanto tiempo había estado esperándola. Sé que habría sonado
pretencioso, aunque quien sabe si ella sintió algo parecido.
Desde el primer día, en
numerosas ocasiones tuve la sensación de que nuestras mentes se acoplaban, pues
pensábamos lo mismo al mismo tiempo. Jodie se anticipaba a mis pensamientos y
eso creaba la ilusión de adivinarlos. Pero mi ego no podía renunciar a los
pensamientos privados, a la separación. Desde luego no estaba dispuesto a
aceptar una perdida de identidad propia. Para el ego las señales son simples casualidades;
para el alma son las migas de pan en el camino, que señalan la ruta en el viaje
de vuelta al amor.
Dado que soy una
persona muy pragmática, nunca me he obsesionado con ver una señal en cualquier
suceso trivial, sin embargo, he
aprendido a relacionar un suceso externo con un proceso interno aplicando mi
intuición. La sensación que percibo de absoluta certeza en su significado
es, en mi caso, el mejor criterio para validar esa señal. Por ejemplo, el
cuadro de la galería nos sirvió para reunirnos por dos veces. ¿No actuó como
señal?
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